En las calles de Tafí Viejo, un sueño de sustentabilidad y respeto por la naturaleza se materializó gracias a la visión de dos hombres que compartían no solo un amor por la aventura, sino también una profunda preocupación por el medio ambiente. A Andrés Álvarez y Joel Ola, socios en el proyecto “Funga Yunga”, los unió su pasión por el andinismo. En sus expediciones, recorrieron montañas, descubrieron paisajes y se conectaron con el estilo de vida de los pequeños pueblos y las zonas remotas. Fue esa conexión con la naturaleza la que los impulsó a buscar un proyecto que estuviera alineado con los valores de lo orgánico, lo ecológico y lo circular.
La idea inicial de crear una granja con integración de hotel y expediciones 4x4 parecía un sueño lejano, sobre todo por los desafíos económicos que conlleva. No obstante, la respuesta llegó de una manera inesperada. Un día, Joel sugirió la posibilidad de cultivar hongos. Aunque no eran grandes consumidores, y su experiencia en el campo agroalimentario era nula -Andrés es ingeniero mecánico y Joel licenciado en recursos humanos-, decidieron adentrarse en este mundo con entusiasmo.
“Comenzamos a estudiar el cultivo de hongos con mucho cariño. No queríamos hacerlo como un hobby; debía ser algo serio. Aprendimos, trabajamos y, en el primer año, ya logramos una producción constante de gírgolas, que es el punto de partida más sencillo para comenzar”, relata Andrés.
Condiciones ideales
A pesar de que muchos podrían pensar que Tucumán, con su calor veraniego, no es el lugar ideal para el cultivo de hongos, los amigos han encontrado la fórmula para sobrellevar las temperaturas extremas. “La provincia tiene la particularidad de la yunga, que nos permitió alinear el proyecto con este ecosistema. Aunque en verano enfrentamos calor, logramos controlar las condiciones con aire acondicionado, y la temperatura invernal es perfecta para la producción”, explica Andrés.
Universo Fungi: tres usos cotidianos que se le pueden dar a los hongosEl cultivo de hongos, como el de las gírgolas, requiere de condiciones controladas de temperatura, humedad, ventilación e iluminación, algo que este emprendimiento ha logrado optimizar en sus instalaciones.
Variedades
El proyecto comenzó con la producción de gírgolas, una variedad sencilla de cultivar, pero pronto se diversificó. Hoy, Funga Yunga cultiva diferentes tipos de gírgolas -grises, parda, azul, rosa y dorada-, además de melena de león, un hongo altamente apreciado en la gastronomía. También están explorando nuevas variedades como enoki y foliotas, muy buscados por los chefs y restaurantes.
Además de la venta directa de hongos frescos, los socios lanzaron una línea de kits de autocultivo, que permiten a las personas cultivar hongos en sus propios hogares.
Cuando “Funga Yunga” comenzó a ofrecer sus hongos en ferias locales, notaron que, aunque algunos ya los conocían y compraban con entusiasmo, muchos otros no se animaban. Para romper esa barrera, decidieron cocinar los hongos en las mismas ferias. “El resultado fue increíble. La gente no solo se sorprendía por el sabor, sino que también se animaba a probar algo nuevo”, cuenta Andrés. La aceptación fue tan positiva que, en cada feria, se quedaban sin producto. Además, el proyecto no solo ha atraído a consumidores locales, sino que también han logrado establecer relaciones comerciales con restaurantes que incorporan sus hongos en sus menús.
Café con hongos: la nueva alternativa natural para combatir el estrés“Hemos recibido muchas gracias de personas vegetarianas que han mejorado su alimentación con nuestros productos. Eso es lo que más nos motiva”, remarca Joel.
Alma de montañista
El nombre de “Funga Yunga”, inspirado por la región de la yunga tucumana, refleja la esencia de los fundadores, quienes decidieron bautizar sus salas de cultivo con nombres de montañas que han marcado su vida de expedicionarios. “Cada una de nuestras salas lleva el nombre de una montaña que subimos con Andrés. Es nuestro pequeño homenaje a esas experiencias”, comenta Joel, quien menciona salas como Aconcagua y Llullaillaco.
Este no es solo un proyecto de cultivo de hongos, es una propuesta que nace de la pasión por la naturaleza y el respeto por el medio ambiente. Con una producción sustentable y un compromiso firme con la calidad, este emprendimiento está abriendo nuevos caminos para el consumo responsable y saludable en Tucumán.